Amanda Lizet Castro Mitchel
(Tegucigalpa, 12 de octubre de 1962 - 18 de marzo de 18, 2010) era una poeta
hondureña. En 2008 le fue otorgada la Hoja del Laurel en Oro por el entonces
Presidente de Honduras Manuel Zelaya.
Se radicó en Estados Unidos en
1985. Allí se desempeñó como profesora asistente de español en la Universidad
de Colorado. Su labor incluye la promoción de las creaciones artísticas y
literarias realizadas por mujeres a través de las publicaciones y encuentros
internacionales. Se especializó en roles de género en las prácticas discursivas
de Centroamérica.
Fundó la Editorial Ixbalán de
Honduras. Defendió los derechos laborales de las mujeres especialmente las de
las maquilas.
Satinada pantalla de la noche
Frente a esta satinada pantalla
tus labios envuelven mi cuerpo
me palpás completa
te palpo infinita
mar en calma
—la profundidad de mi piel
hundida en la tuya—
el palpitar de tu sangre
fluyendo en mis labios
bestia en celo
ansiosa y desatada
Tus labios
henchido deseo
en mi boca
manantial de lirios florecidos
y sé que te amo
en este desierto infinito de la
memoria
alargada por los sueños
Te veo de pie
tras mis hombros
levantando mi pelo
tu aliento escurriéndose
apenas roza mi piel
y dejo caer el peso de mis años
para amarte una vez más
Reís
con la sonrisa de una mujer joven
y libre
y nos veo adolescentes
explorando nuestros cuerpos
igual que la primera canción
redondeando la curvatura
de un seno despierto
con el toque y la humedad
de las lenguas
la endurecida punta
para complacer
Y me veo
lamiendo tus labios
prolongándome la vida
y acercándome a la muerte
envuelvo mi lengua con las
palabras
que me has dado siempre
y te encuentro sentada en Mi
Centro
—que ahora es el Tuyo—
y saboreo la sal de tu angustia
que lo absorbe todo
Con tus gritos tiernos
epitafios de placer
libero tu pelo
ondeando al viento otoñal
de nuestras costas
transparentes y profundas
estoy
apaciblemente tierna
rodeada por tus piernas
—barco por fin anclado—
aflojo de mi pecho
su amargura
—Me entregás todo—
Me elevo por los aires
con los duendes
que despiertan entre mil llagas
mi piel adormecida
el sollozo de mi llanto
placentero y pleno
salpica tus mejillas puras
Mi eterna compañera
te veo en la cocina sonriente
tragándote las gotas
que resbalan de mi frente
de mi pubis
tu lengua recorriendo
el abdomen contraído
de deseo
y subís
y subís
hasta los pechos
tus dientes los dominan
dulcemente
y me estremezco una vez más
el sol y el mundo desaparecen
ante mis ojos
—ah!! la nada existencial!—
vivir la vida entera en un
segundo
y soy bajo tu piel
la sangre que nos une
en nuestro lecho
y soy bajo tu piel la mujer que
había soñado ser
y soy la mujer que ama a otra
mujer
y soy tu mujer
y soy por fin quien soy
Amanda Castro, desnuda y sin tregua
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